
Crédito: NASA.
¿Podemos construir un enorme paraguas para oscurecer el Sol? Tal hazaña sería un megaproyecto a una escala como ninguna otra. Se necesitarían al menos 400 lanzamientos de cohetes dedicados al año, durante diez años (ha habido 172 lanzamientos de cohetes por parte de todas las naciones hasta ahora en 2022). El proyecto pesaría 550.000 toneladas: en su forma más ligera. Y sería un experimento ecológico que nos pone a todos, al planeta entero, en la placa de Petri, con alto riesgo y alta recompensa. Pero, ¿podría un proyecto de este tipo revertir el cambio climático y salvarnos del borde del desastre global?
La respuesta parece ser sí, podría funcionar. Pero hay consecuencias, y con el planeta en juego, parece prudente examinarlas antes de comprometerse con tal cosa.
Primero, hablemos de la ingeniería que lo haría posible. Un artículo de Olivia Borgue y Andreas Hein, aceptado por la revista Acta Astronautica la semana pasada, describe parte de la ciencia de materiales necesaria para hacerlo realidad. La versión más realista no es un parasol, sino cientos de pequeños en un enjambre.
La masa es el factor limitante para un proyecto de este tipo, y los costos de lanzamiento establecen las restricciones financieras. Como tal, Borgue y Hein proponen un material ultraligero, hecho de nanotubos de dióxido de silicio y película delgada. Los parasoles tendrían una «superficie refractiva transparente» para redirigir la luz del Sol.
Para que esto funcione, en realidad no desea crear una vela solar tal que la presión de la radiación del Sol la empuje hacia un lado; desea que la sombra pueda mantener su posición. Por lo tanto, este diseño busca minimizar la presión de radiación sobre la sombra, redirigiendo en lugar de detener la luz solar.
El enjambre estaría posicionado en el punto L1 de Lagrange entre la Tierra y el Sol. Solo necesitaría bloquear entre el 2 y el 4 por ciento de la luz del Sol para que las temperaturas de la Tierra vuelvan a los niveles preindustriales.
Si quisiéramos, los autores estiman que la tecnología necesaria es alcanzable en 15 años.
¿Pero queremos?
Si soluciona el cambio climático, entonces tal vez, pero hay buenos argumentos en contra de megaproyectos de geoingeniería como este. Dos son particularmente convincentes.
La primera es que los riesgos pueden ser demasiado altos y hay demasiadas incógnitas. Las simulaciones hacen todo lo posible para predecir los resultados (y los investigadores han llevado a cabo simulaciones climáticas sobre esta misma idea), pero no son perfectas. Es más, incluso las consecuencias conocidas no son del todo positivas. Si bien las temperaturas volverían a niveles sostenibles, también provocaría una reducción global de las precipitaciones del 5%. Eso significa menos inundaciones (buenas noticias para los países bajos amenazados por el cambio climático), pero también más sequías en las regiones áridas. En otras palabras, la geoingeniería tiene ganadores y perdedores: ¿quién decide quién es quién?
El modelo de vela solar, para su crédito, es capaz de ser desmantelado si las cosas salen mal. Hay versiones más permanentes de esta idea. Un estudio de Harvard llamado SCoPEx está probando la idea de liberar partículas de ácido sulfúrico en la atmósfera superior, lo que reduce las temperaturas globales de manera similar a como lo hacen las grandes erupciones volcánicas. Estas partículas pueden ser dañinas para la capa de ozono, por lo que el equipo está buscando alternativas menos dañinas, como el carbonato de calcio. Es inteligente, pero jugar con la atmósfera es algo en lo que no querrás equivocarte.

Crédito: NASA.
La respuesta a esta crítica en particular, que la geoingeniería solar es demasiado arriesgada, se contrarresta con el argumento de que el cambio climático es peor. Y si continuamos por el camino que estamos tomando actualmente, eso puede ser cierto algún día.
Pero la segunda crítica, y quizás la más importante, a un megaproyecto de este tipo es que no entiende el punto. La humanidad necesita encontrar formas de frenar el consumo de recursos y reducir las emisiones, no encontrar formas de permitir nuestra adicción. Si las sombrillas funcionan, se convierten en una excusa fácil para bombear más combustibles fósiles, al tiempo que reducen la urgencia de construir tecnologías renovables resilientes. Es una muleta, no una cura.
Es probable que esto no sea lo último que escuchemos sobre proyectos de geoingeniería solar. Hay otros estudios similares en proceso. Y, como argumentan correctamente los defensores, hay valor en investigaciones como el estudio SCoPEx y el artículo de Borgue/Hein. El descubrimiento de nuevos materiales livianos, modelos más precisos de los sistemas climáticos y una comprensión más profunda de la química atmosférica: todos estos son, sin duda, un bien neto. Como último recurso, un megaproyecto de geoingeniería puede incluso salvarnos de nosotros mismos. Pero también se siente un poco como darse por vencido. El cambio climático es un problema de política tanto como tecnológico, y en gran parte del mundo, la política es la variable rezagada. La tecnología no necesitará salvarnos si los cambios de política pueden hacerlo.
El Sol no nos metió en este lío, lo hicimos nosotros. Salgamos de esto.
El paper
Olivia Borgue and Andreas Hein, “Transparent occulters: A nearly zero-radiation pressure sunshade to support climate change mitigation.” Acta Astronautica.
SCoPEx, Harvard University.
Aprende más:
Olivia Borgue and Andreas Hein, “Transparent occulters: A nearly zero-radiation pressure sunshade to support climate change mitigation.” Acta Astronautica.
SCoPEx, Harvard University.
Evan Gough, “We Have the Technology. Airplanes Could Spray Particles into the Atmosphere to Battle Climate Change. But Should We?“
Paul M. Sutter, “MIT Researchers Propose Space Bubbles to Stop Climate Change.”
Fuente: Universe Today.
Artículo original: ‘To Fight Climate Change, We Could Block the Sun. A Lightweight Solar Sail Could Make it Feasible‘. Scott Alan Johnston. December 10, 2022.
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